jueves, 27 de marzo de 2014

1ª estación: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

Te condenaron a muerte
tu silencio y mi silencio.

Las gargantas en tumulto
ante el Pretor somnoliento,
lapidaron con sus gritos

el mármol de tu silencio.

Tu mutismo era una estatua
de blancura y de misterio...

“¡Habla, Jesús, que te matan!
Arropada en tu silencio
la muerte viene volando
entre graznidos de cuervos.

¡Habla, Señor, tu palabra,
como un huracán de fuego,
salga de tu boca
y queme lo falso de los denuestos!

¿Por qué te quedas callado
si eres el Divino Verbo...?”

La boca de Dios
quedó baldía como el desierto.



Lo condenaron a muerte
su silencio y mi silencio.

Escupieron las gargantas
alaridos a mi miedo.


Al oleaje de gritos

debí levantar mi pecho
-dique de amor y diamante-
contra el torrente protervo.

Pero fui arena medrosa
que no supo defenderlo.

Debí gritarles:
“¡Judíos, yo soy,
yo soy el perverso;
a mí la hiel, las espinas,
a mí la cruz y el flagelo!”,
pero se anudó a mi voz
la vil serpiente del miedo.

¡Pastores, por cobardía
me mataron mi Cordero:
fue más fuerte que mi amor
el ladrido de los perros...!

Lo condenaron a muerte
su silencio y mi silencio:
uno, silencio de amor;
otro, silencio de miedo.

Romancero de la vía dolorosa

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