lunes, 16 de septiembre de 2013

¡Brochero, cura gaucho, ya sos Beato!

Este fin de semana ha sido puro don, puro regalo, pura Providencia…
¡Verdaderamente describir con palabras todo lo vivido sería imposible! Han sido momentos muy fuertes de comunión y oración; de alegría y fiesta… poder estar entre los tantos pero tantos fieles que se congregaron para celebrar la Beatificación del Cura Brochero en Córdoba ha sido un regalo inesperado y absolutamente gratuito de mi Buen Dios. 
La fraternidad entre los peregrinos y la tierna acogida de los “brocherianos” son reflejo de una Iglesia familia nacida del costado abierto de Jesucristo y que, reunida en torno al altar, festejó a puro pulmón el don de la vida en Dios de un hermano, de un padre.
Y es que el testimonio de este otro Cristo conmueve, da esperanza, interpela. El cura gaucho descubrió que la mejor manera de seguir a Jesús es hacerse cercano, prójimo de aquellos que están abandonados para hacerles conocer la TERNURA DE DIOS.
Entregó por entero su vida al servicio del Evangelio, sin mezquinar tiempo ni ganas. ¡Y seguro que no le fue fácil (nadie dijo que lo fuera)! Pero cuando Jesús nos pide que lo sigamos nos da las fuerzas necesarias para hacerlo… Brochero confió en el Maestro.
¡Qué gran regalo hace el Padre a su Iglesia con este nuevo beato! El llegó a ser plenamente humano, porque dejó a Cristo hacerse Uno con él.
Pido a nuestra Madre, la Purísima, que nos impulse a imitar el ejemplo de este pastor fiel que, desgranando rosarios, conquistó almas para Dios...
Comparto la hermosa carta que el Papa Francisco mandó para la ocasión:

“Que finalmente el Cura Brochero esté entre los beatos es una alegría y una bendición muy grande para los argentinos y devotos de este pastor con olor a oveja, que se hizo pobre entre los pobres, que luchó siempre por estar bien cerca de Dios y de la gente, que hizo y continúa haciendo tanto bien como caricia de Dios a nuestro pueblo sufrido.
Me hace bien imaginar hoy a Brochero párroco en su mula "malacara", recorriendo los largos caminos áridos y desolados de los 200 kilómetros cuadrados de su parroquia, buscando casa por casa a los bisabuelos y tatarabuelos de ustedes, para preguntarles si necesitaban algo y para invitarlos a hacer los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. Conoció todos los rincones de su parroquia. No se quedó en la sacristía a peinar ovejas. 
El Cura Brochero era una visita del mismo Jesús a cada familia. Él llevaba la imagen de la Virgen, el libro de oraciones con la Palabra de Dios, las cosas para celebrar la Misa diaria. Lo invitaban con mate, charlaban y Brochero les hablaba de un modo que todos lo entendían porque le salía del corazón, de la fe y el amor que él tenía a Jesús.
José Gabriel Brochero centró su acción pastoral en la oración. Apenas llegó a su parroquia, comenzó a llevar a hombres y mujeres a Córdoba para hacer los ejercicios espirituales con los padres jesuitas. ¡Con cuánto sacrificio cruzaban primero las Sierras Grandes, nevadas en invierno, para rezar en Córdoba capital! Después, ¡cuánto trabajo para hacer la Santa Casa de Ejercicios en la sede parroquial!
Allí, la oración larga ante el crucifijo para conocer, sentir y gustar el amor tan grande del corazón de Jesús, y todo culminaba con el perdón de Dios en la confesión, con un sacerdote lleno de caridad y misericordia. ¡Muchísima misericordia!
Este coraje apostólico de Brochero lleno de celo misionero, esta valentía de su corazón compasivo como el de Jesús que lo hacía decir: «¡Guay de que el diablo me robe un alma!», lo movió a conquistar también para Dios a personas de mala vida y paisanos difíciles. Se cuentan por miles los hombres y mujeres que, con el trabajo sacerdotal de Brochero, dejaron el vicio y las peleas.
Todos recibían los sacramentos durante los ejercicios espirituales y, con ellos, la fuerza y la luz de la fe para ser buenos hijos de Dios, buenos hermanos, buenos padres y madres de familia, en una gran comunidad de amigos comprometidos con el bien de todos, que se respetaban y ayudaban unos a otros.
En una beatificación es muy importante su actualidad pastoral. El Cura Brochero tiene la actualidad del Evangelio, es un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios. No se quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe. Esto es lo que Jesús quiere hoy, discípulos misioneros, ¡callejeros de la fe! 
Brochero era un hombre normal, frágil, como cualquiera de nosotros, pero conoció el amor de Jesús, se dejó trabajar el corazón por la misericordia de Dios. Supo salir de la cueva del «yo-me-mi-conmigo-para mí» del egoísmo mezquino que todos tenemos, venciéndose a sí mismo, superando con la ayuda de Dios esas fuerzas interiores de las que el demonio se vale para encadenarnos a la comodidad, a buscar pasarla bien en el momento, a sacarle el cuerpo al trabajo.
Brochero escuchó el llamado de Dios y eligió el sacrificio de trabajar por su Reino, por el bien común que la enorme dignidad de cada persona se merece como hijo de Dios, y fue fiel hasta el final: continuaba rezando y celebrando la misa incluso ciego y leproso.
Dejemos que el Cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en la casa de nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús, que nos libera de ataduras para salir a la calle a buscar al hermano, a tocar la carne de Cristo en el que sufre y necesita el amor de Dios. Solo así gustaremos la alegría que experimentó el Cura Brochero, anticipo de la felicidad de la que goza ahora como beato en el cielo.”

1 comentario:

  1. Querida Sol!! Que cierto, cuanto tiempo sin hablar! Como ves mi blog está bastante parado por falta de tiempo. A todos se nos escapa de las manos el tiempo, es un desastre jaja. Mi idea era retomar el tiempo pero no tengo tiempo para postear. Incluso mi idea era cambiar un poco el blog, hacerlo más sencillo, más simple.

    Cómo te trata la vida? Un día tengo que escribirte por privado y me tienes que dar consejos de voluntariado. Es algo que si consigo tiempo me gustaría... Yo por lo demás todo bien G.A.D.

    Siempre en Cristo Jesús, tu amigo Pepe.

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¡Bienvenido! Sentite en casa.

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