martes, 10 de septiembre de 2013

Dios mío, yo no te amo ni lo deseo siquiera. Me aburro contigo. Es posible que ni siquiera crea en ti. Pero mírame al pasar. Resguárdate un momento en mi alma, ponla en orden de un soplo como quien no quiere, sin decir nada. Si deseas que yo crea en ti, dame la fe. Yo no la tengo y para eso no puedo nada. Te doy lo que tengo: mi debilidad, mi dolor. Y esta ternura que me atormenta y que bien ves...  Y esta desesperación. Y esta vergüenza alocada. Mi mal, nada más que mi mal... ¡Y mi esperanza! Amén. (Marie Noël)



Padre, me pongo en tus manos; haz de mi lo que quieras...

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