Amigos, hoy quiero compartir con ustedes una devoción hermosa a Nuestra Madre del Cielo. Con mi familia comenzamos hace algunos meses la preparación... ¡y pronto nos consagraremos a Su Corazón de Madre!
Este
acto íntimo del hogar constará de dos signos. El primero será la
coronación de una imagen de la Virgen María en el hogar como Reina
de la Familia (1) y el segundo la consagración de sus miembros al
Corazón Inmaculado de María. De tal manera que la coronación de la
imagen de la Virgen no es más que un signo exterior de la entrega
confiada y consagración total de nuestras vidas al Inmaculado
Corazón de la Madre de Dios y nuestra.
La Imagen a coronar será la que más concite la devoción de la familia. Puede ser cualquier advocación aprobada por la Iglesia. Por supuesto que cuando esté presente la Imagen del Niño Jesús, se la coronará también, antes que la Virgen. De Él deviene la Realeza de María. Si se tratase de un cuadro, la corona (o las coronas) se pueden colocar sobre el mismo.
Para la coronación se realizara, preferentemente de manera artesanal, una pequeña corona de Reina (2), o en su defecto se puede comprar o adecuar una, para colocar sobre la cabeza de la imagen de la Virgen en un día especialmente elegido, preferentemente un día de una fiesta mariana o de una advocación de la Virgen.
Esta coronación, como dijimos, será signo visible de la consagración del hogar, la familia y todos sus miembros, los trabajos, quehaceres, penas y alegrías de todos los integrantes, a Dios en las manos y bajo el imperio del Inmaculado Corazón de María Santísima, la cual será desde ese día la Reina del hogar. La familia y sus miembros se comprometen a vivir las virtudes cristianas y marianas, rezando cada día tres avemarías como desagravio por los ataques a la pureza de la Virgen María. Y en cuanto dependa de todos, el rezo del Rosario y la participación de la Santa Misa.
La Imagen a coronar será la que más concite la devoción de la familia. Puede ser cualquier advocación aprobada por la Iglesia. Por supuesto que cuando esté presente la Imagen del Niño Jesús, se la coronará también, antes que la Virgen. De Él deviene la Realeza de María. Si se tratase de un cuadro, la corona (o las coronas) se pueden colocar sobre el mismo.
Para la coronación se realizara, preferentemente de manera artesanal, una pequeña corona de Reina (2), o en su defecto se puede comprar o adecuar una, para colocar sobre la cabeza de la imagen de la Virgen en un día especialmente elegido, preferentemente un día de una fiesta mariana o de una advocación de la Virgen.
Esta coronación, como dijimos, será signo visible de la consagración del hogar, la familia y todos sus miembros, los trabajos, quehaceres, penas y alegrías de todos los integrantes, a Dios en las manos y bajo el imperio del Inmaculado Corazón de María Santísima, la cual será desde ese día la Reina del hogar. La familia y sus miembros se comprometen a vivir las virtudes cristianas y marianas, rezando cada día tres avemarías como desagravio por los ataques a la pureza de la Virgen María. Y en cuanto dependa de todos, el rezo del Rosario y la participación de la Santa Misa.
Todo hogar
está llamado a esta devoción y consagración al Corazón Inmaculado de
María. En un siglo donde la institución familiar querida por Dios ha
sufrido grandes ataques y muchas de las familias están rotas y
sufrientes, la Virgen María viene a reparar y curar, a unir y
consagrar. Incluso una madre que viva sola con su hijito, una
persona soltera que viva sola o un sacerdote en su casa parroquial,
pueden y deben coronar a la Virgen en su casa consagrándose a Ella
para Dios. También se podrá coronar en asilos de ancianos,
hospitales, albergues para necesitados, etc. Por la consagración de
nuestro hogar y familia a la Virgen María y nombrándola Reina, Ella
protegerá nuestra casa como su propia casa y nos llevará hacia
Jesús.
“Reinad, Madre
y Señora, señalándonos el camino de la santidad, dirigiéndonos, a
fin de que nunca nos apartemos de él.”
(Pío XII, 1/11/54)
(Pío XII, 1/11/54)
La fecha
elegida de coronación y consagración será recordada especialmente
cada año por la familia con un encuentro especial y el rezo del
Rosario, renovando la adhesión al Corazón Inmaculado de María.
"Yo he
elegido y santificado esta casa … para que en ella sea invocado mi
nombre y para morar en ella por siempre"
(Pío XII,
12/10/54)
Acto de
coronación y Oración de consagración
La imagen debe
estar iluminada por una vela, símbolo de la presencia de Cristo que
prometió su presencia entre quienes se reúnen en su Nombre. También
debe haber flores naturales en honor de nuestra Reina. Se pueden
rezar estas oraciones que proponemos u otras. La primera,
individual, de san Luis María de Montfort. La que ofrecemos para
toda la familia está compuesta en base a dos oraciones dictadas por
la Virgen María a Gladys Motta en San Nicolás de los Arroyos,
Argentina.
Se comienza el
acto de coronación haciendo la Señal de la Cruz, y rezando un Credo
para pedir a la Virgen que conserve la fe católica de nuestros
hogares y de todos nuestros países. Se puede agregar un cántico y luego, en
silencio, cada uno se consagra personalmente a la Virgen según su
devoción personal. Y todos pueden decir la oración de San Luis María
y el Papa Juan Pablo:
Soy todo tuyo, Reina mía y Madre mía
y todo lo que tengo tuyo es.
Se procede
entonces a colocar en la cabeza de la imagen de María la Corona por
parte de uno de los miembros de la familia diciendo:
¡Santa María, Madre de Dios y nuestra,
te coronamos como Reina de nuestra familia!
te coronamos como Reina de nuestra familia!
A continuación
se realiza la Consagración de las personas y todos juntos dicen la
Oración de consagración
¡Oh Madre! Queremos consagrarnos a Ti.
¡Oh Madre! Queremos consagrarnos a Ti.
Y por
eso te reconocemos a partir de este día
Como
Reina de nuestra familia.
Virgen María, hoy consagramos nuestras vidas a Ti.
Sentimos necesidad constante de tu presencia
en nuestras vidas, para que nos protejas,
nos guíes y nos consueles.
Sabemos que en Ti nuestra alma encontrará reposo
y la angustia en nosotros no entrará.
Nuestra derrota se convertirá en victoria,
nuestra fatiga en Ti fortaleza es.
Dios nos conceda la Gracia de vivir para Ti,
de amar a tu Corazón Inmaculado con todo nuestro ser,
y que seas Tú, Madre nuestra,
la que limpie nuestras almas y las purifique.
Amadísima Madre, enséñanos a amar a Jesús.
Haznos dignos de Jesús y de Ti, Madre,
y que la Consagración de este día,
nos una más a Ti y a tu Hijo.
Santa María, Reina de nuestra familia, ¡Ruega por nosotros!
¡Ruega por los jóvenes! ¡Ruega por las familias! Amén.
Virgen María, hoy consagramos nuestras vidas a Ti.
Sentimos necesidad constante de tu presencia
en nuestras vidas, para que nos protejas,
nos guíes y nos consueles.
Sabemos que en Ti nuestra alma encontrará reposo
y la angustia en nosotros no entrará.
Nuestra derrota se convertirá en victoria,
nuestra fatiga en Ti fortaleza es.
Dios nos conceda la Gracia de vivir para Ti,
de amar a tu Corazón Inmaculado con todo nuestro ser,
y que seas Tú, Madre nuestra,
la que limpie nuestras almas y las purifique.
Amadísima Madre, enséñanos a amar a Jesús.
Haznos dignos de Jesús y de Ti, Madre,
y que la Consagración de este día,
nos una más a Ti y a tu Hijo.
Santa María, Reina de nuestra familia, ¡Ruega por nosotros!
¡Ruega por los jóvenes! ¡Ruega por las familias! Amén.
Finalmente se
reza el Santo Rosario como una corona de rosas para el Señor y
nuestra Madre. Al final se agregarán tres Ave Marías en desagravio
al Corazón Inmaculado de María, costumbre diaria a la que se
comprometen los miembros de la familia, desde hoy, propiedad de la
Reina del Cielo.
Difusión de
esta devoción
La familia en
cuyo hogar reina Maria se transformará en un ejemplo del triunfo del
Inmaculado Corazón de María y sus integrantes serán misioneros de
Maria Reina Inmaculada, tratando de hacer conocer esta devoción a
otras personas. Aquellas familias que deseen coronar a Maria en sus
casas por consejo de otra, podrán ser acompañadas por ésta en el día
de la Coronación de María en este nuevo hogar si la circunstancia es propicia.
Si el nuevo
hogar no tiene imagen de la Virgen para coronar podría ser un buen
gesto el regalarles la imagen de la Santa Virgen sin corona. Pero es
recomendable que la corona sea hecha o conseguida por la nueva
familia que se consagrará. El regalo de la imagen tampoco es
imprescindible y en cuanto a la fabricación de la corona se puede
ayudar en esto. Sí es importante el tratar en la medida que la
caridad lo aconseje, que María Santísima sea coronada en muchos
hogares del país y del mundo.
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Notas
(1)
Es un
título que faltaba en las letanías y que Juan Pablo II se encargo de
añadir. Las familias tenían necesidad de una Reina. Y una Reina
fuerte, que fuera parte de una familia, abogada y defensora contra
un enemigo abiertamente declarado contra las familias, el Demonio.
Hoy tiene el maléfico pensamiento de destruir la familia. Y ya ha
hecho bastante mal. Pero se le enfrenta su eterna rival, María
Santísima. Todos somos miembros de una familia y todos queremos que
las familias se sostengan en el amor y en la unidad. Invoquemos a la
Reina de la Familia.
(2) La corona debe ser de buen gusto y acorde al tamaño de la imagen. No importa el material tanto como la intención. Si es recomendable que el material no sea muy frágil. No se recomienda el papel o el cartón. Podría ser incluso una corona de flores de material no perecedero.
(2) La corona debe ser de buen gusto y acorde al tamaño de la imagen. No importa el material tanto como la intención. Si es recomendable que el material no sea muy frágil. No se recomienda el papel o el cartón. Podría ser incluso una corona de flores de material no perecedero.
Fundamentación
El
Papa Pío XII nos hacía notar, hace más de medio siglo, la
importancia de una consagración: “Debéis pesar bien queridos hijos e
hijas, toda la importancia de este acto y todos los compromisos que
comporta. Al poner bajo la égida de María vuestras actividades
personales y familiares, al mismo tiempo que invocáis su protección
y su ayuda, prometéis no emprender nada que pueda desagradarle y
conformar vuestra vida con su voluntad y deseos. El amor de una
madre es capaz de obtener de sus hijos las más severas exigencias
cuando el bien de éstos está comprometido. No sólo no tolera Ella
que los hijos dañen el honor de la familia, sino que ambiciona
verlos realizar acciones brillantes para gozarse con ellos del éxito
y de los mérito. María espera de vosotros que prosigáis en los
tiempos actuales la lucha que divide el bien del mal.
Lo
primero que os pide es que os mantengáis firmes en la fe. Debéis
defenderos contra un materialismo que invade paulatinamente la
sociedad, sus instituciones y sus actividades. En muchos, este
materialismo se va infiltrando en la búsqueda de una existencia
confortable, plenamente asegurada para el día de mañana, pero
cerrada a las realidades sobrenaturales, a toda exigencia de
entrega, e incapaz de comprender las necesidades, muchas veces
angustiosas, de otras clases sociales o de otros pueblos. ¡Es tan
fácil olvidar que el bienestar temporal no es la meta principal de
la vida humana y que existen otras riquezas infinitamente más
preciosas y duraderas, tales como la caridad divina que hace al
hombre olvidarse de sí mismo para unirse a Dios y a su obra! Éste es
el papel de la Virgen: dejar entrever a los hombres un reflejo del
Cielo en medio de todos los cuidados que les encadenan a esta
tierra, y recordarles continuamente que las penas de este mundo no
cuentan nada en comparación con la gloria que Dios prepara a sus
hijos (Rom 8,18).
La
consagración a María santificará vuestros hogares. ¿Quién mejor que
la Virgen puede conservar la intimidad y el fervor de los afectos
familiares, elevarlos comunicándoles la pureza y el amor
íntegramente fiel de que Dios la hizo depositaria? ¿Quién inspirará
a las madres el interés y la paciencia necesaria para velar por las
múltiples necesidades de su familia, para educar a sus hijos en la
piedad, para defenderlos de los obstáculos que un mundo paganizado
coloca de continuo a sus pasos? En el seno del hogar, por el trato
cotidiano e incesante que imprime en el alma de los hijos la imagen
de los padres, es donde se transmite la experiencia de la vida
cristiana. Allí es donde hace falta la presencia tierna y vigilante;
ése es, por decirlo así, el lugar de la elección donde la Madre de
Jesús prosigue la obra que fue suya por excelencia, el cuidado
maternal del Hijo de dios, que se prolonga ahora en los miembros de
la Iglesia.
Que
reine María en vuestros hogares, no sólo porque tengáis allí su
imagen, sino porque le recéis frecuentemente en común, porque
recurráis a sus consejos y practiquéis sus virtudes”. (Ibid)
Finalmente, entresacamos párrafos conclusivos de estas enseñanzas de
Pío XII, que hoy nos llegan, actualísimas, como dirigidas a nosotros
y a nuestro país. No olvidemos que esta iniciativa de consagrarnos
y coronar la Virgen en nuestras familias pretende refirmar las
consagraciones nacionales que ya realizadas. Por eso mismo,
quisiéramos que las coronaciones de la Virgen en las casas se
realicen a lo largo y a lo ancho de nuestra querida Argentina, y
más, que crucen sus fronteras:
“La Virgen no tiene otro deseo que conducir los hombres a Cristo, e introducirlos en el corazón del misterio central del cristianismo, el de la redención. Al Hijo que Ella trajo al mundo en tierras de Palestina, sigue trayéndolo ahora continuamente a la Iglesia. Ella quiere llevarnos en común hacia el Pan místico, símbolo de la unidad, de la paz y de la alegría eterna del cielo.”
“La Virgen no tiene otro deseo que conducir los hombres a Cristo, e introducirlos en el corazón del misterio central del cristianismo, el de la redención. Al Hijo que Ella trajo al mundo en tierras de Palestina, sigue trayéndolo ahora continuamente a la Iglesia. Ella quiere llevarnos en común hacia el Pan místico, símbolo de la unidad, de la paz y de la alegría eterna del cielo.”
“Que Jesús y
María reinen en vuestra Nación, en vuestros hogares, en lo más
profundo de vuestras almas. Que suscite entre vosotros una
muchedumbre cada vez más numerosa y ardiente de apóstoles,
sacerdotes, religiosos y seglares. Que Él sostenga en vuestro país
el espíritu cristiano en toda su generosidad y una devoción cada vez
más acendrada hacia la Santísima Virgen. Y que vosotros podáis, con
toda verdad, repetirle a Ella las palabras del bello cántico: “Sed
nuestra Reina”. (Pío XII, radiomensaje a Bélgica, 5 de septiembre de
1954)
Sentimos en nuestros
corazones, que los hogares católicos deben ratificar
–y vivir- los votos a su Madre y Reina, y por Ella y
con Ella al Sacratísimo Corazón de su Hijo vivo y verdadero,
latiendo en la Divina Eucaristía, y bien sabemos que Él es el Dios
de los Corazones, como lo cantamos en un Himno Eucarístico:
Dios de los
corazones
sublime Redentor,
domina las naciones
y enséñales tu amor.
sublime Redentor,
domina las naciones
y enséñales tu amor.
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Conclusión
Si grandes
santos como Santo Domingo o el beato Alano de Rupe derrotaron
grandes herejías y convirtieron a miles de apóstatas y pecadores
solo con la predicación del Rosario y de las glorias con que Dios
coronó a la Virgen María, ya sabemos que en este tiempo debemos usar
esas mismas armas. Y además creemos que es una forma práctica de
consagrar al mundo al Inmaculado Corazón de María, como lo pidió
Ella en Fátima, comenzando por cada hogar y familia cristiana. Proponemos
esta devoción familiar para todas las familias latinoamericanas y de
la Iglesia toda.
“María,
Reina de la familia, Sede de la sabiduría, esclava del Señor,
¡ruega
por nosotros! ¡Ruega por nosotros,
ruega
por los jóvenes, ruega por las familias! Amén.”
(Juan Pablo II,
Río de Janeiro, 4/10/1997)
Orden de María Inmaculada
13 de mayo de
2009
Día de Nuestra
Señora de Fátima
En el Mes de María
En el Mes de María
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